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jueves, 25 de septiembre de 2008

«Convención» renovadora de las bases del PP en el Escamplero, por D. José Luis Magro


Una de las fuentes que más caudal aporta al estudio del comportamiento de los grupos humanos es, sin duda ninguna, la observación y el análisis de los meandros por los que las cúpulas de los partidos hacen discurrir las aguas desbordadas de las bases durante los congresos. Pero lo verdaderamente sorprendente es que uno se tope de golpe con un río sin presas ni diques, y que sean las agrupaciones locales y sus bases las que hayan tomado la iniciativa de renovar el partido.


El día 3 se celebró en el alto del Escamplero una reunión donde había representantes de 67 juntas. Por supuesto, Gijón, Oviedo y Avilés no tuvieron a bien contaminarse con tanto olor a caleya. Semejante dato pone en evidencia una clara dicotomía: la de los que siempre han cortado a su antojo la tarta del poder en los congresos y en el partido, y la de una mayoría silenciosa que está «fartuca» de que se la utilice en cada una de las campañas electorales para sacar unos diputados que, al día siguiente de ser elegidos, volverán a ignorarla, cuando no menospreciarla, hasta que la necesiten de nuevo en los comicios siguientes.

Hay, pues, conciencia de la situación de abandono y de falta de consideración con la que la actual dirección del PP asturiano ha tratado a la mayoría de las juntas locales; pero existe también el propósito firme de no consentirlo en el próximo congreso. «Hay que cortar de raíz cualquier golpe de Estado entre bambalinas durante el desarrollo del mismo», afirmó uno de los asistentes. Nada de triunviratos sumisos y amaestrados, meras marionetas ventrílocuas de sus respectivos amos.

No es el cambio de nombres por el que luchamos, sino por un proyecto renovador que permita integrar a todos los que se adhieran lealmente. Así es como podremos afrontar y solucionar con éxito los graves problemas de Asturias.

Sorprende ver cómo un grupo tan numeroso, tan complejo y con situaciones vitales diferentes, se afianza de forma tan sólida en su proyecto. Una vez estudiada la estratigrafía política del terreno se decide llevar a cabo su diseño con los siguientes materiales: honradez, compromiso, lealtad, firmeza, valentía y generosidad con todos los compañeros que se adhieran noblemente al mismo o tengan la valentía de saltar a la palestra con otra candidatura. Sólo habrá intransigencia con los que, so capa de renovación integradora, tienen como meta introducir estacas entre los radios de las ruedas del proyecto.

Si el Rubicón lo hubiera pasado solamente César hubiese realizado, quizá, un acto heroico pero, al mismo tiempo, suicida para su proyecto político. César triunfó porque él y cada uno de los suyos asumieron el riesgo de pasar a la otra ladera camino de Roma para enfrentarse a sus enemigos político-militares.

La situación en cuanto a la toma de decisiones se refiere es muy similar a la citada. El grave problema del PP asturiano no se resuelve asumiendo el riesgo una persona en solitario o apoyada por unos cuantos iluminados que sin escrúpulos la lancen a la arena política, sino juramentándose todos los que han apostado por la renovación de apoyar sin fisuras al que elijan democráticamente.

Desde esta perspectiva, a la primera «convención» del Escamplero debe seguir una segunda más numerosa y aglutinadora que plantee el problema inteligentemente para dar con la solución correcta.

Semejante forma de actuar, al romper con los modelos seguidos en anteriores congresos, desbaratará también las candidaturas «tapadera» creadas no para renovar y luchar por conseguir el Gobierno de Asturias, sino simple y llanamente para continuar los mismos en la oposición o en sus respectivos cargos remunerados.